Somos lo que decidimos.



Elevar el ancla que nos sujeta al puerto seguro es la tarea más dificil de realizar. Internarse en el oceano aunque sea con rumbo conocido supone una aventura plagada de riesgos. Buscar los tesoros implica ir a puntos lejanos, donde el peligro parece aguardar a cada paso.
Somos hojas gobernadas por el viento. El viento nos desprende de los nuestros padres. Nos arroja de su seguridad. En un segundo momento nos lleva de un campo a otro. Al final, terminamos siendo hojas de otoño que se apiñan con otras con historias similares.
Nuevamente el viento impulsa nuestra barca para conquistar otras tierras, para probar otros sabores, y enamorarse con otros atardeceres o despertarse con otros amaneceres. El viento es quien nos lleva a nuestro  destino.
Uno decide, somos lo que decidimos. Nuestras decisiones impulsan a nuestros destinos. Las decisiones son el viento que nos arroja de los árboles, nos lleva a otros campos. Es quien empuja nuestra velas. Es quien me ha llevado a conquistar otras tierras.

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