Las nubes de enero.

Tus heladas y humedas caricias se deslizaron en una multiplicidad de cuerpos, rodearon todos los espacios, se aparcaron en cerros y montañas hasta que sus suelos ya no pudieran permear tu rocio. Saciaste la sed de las hojas de los árboles. Se están marcharon a un paso funebre, con pies arrastrándose al suelo. Esas nubes lentas, frías y voluptuosas nos mirarán con desdén cuando nuestros pies pisen el infierno. 

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